Era un hombre tan tacaño, tan tacaño, tan tacaño que ladraba por las noches para no comprarse un perro.
Había un señor tan tacaño que veía la misa por televisión, y cuando venían por las limosnas cambiaba el canal.
Había una vez un tipo tan tacaño, que estaba soñando que se estaba tomando un café y se despertó para no pagarlo.
1 comentario:
¿Aquí ya no vive nadie?
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